Macrocosmos y Microcosmos



MACROCOSMOS Y MICROCOSMOS.

En la Tabla esmeralda, que se atribuye a Hermes Trimegísto, el tres veces grande, se habla de la ley de analogía, que se refiere a “Lo que es arriba es Abajo” esta ley sirve para poder comprender, como las leyes cósmicas superiores influyen sobre las inferiores y podemos ampliar nuestra visión global más allá de nuestra pequeña mente encerrada en nuestro pequeño entorno, ciudad, nación, continente, planeta, etc, etc.

La tradición esotérica habla de que vivimos en un Universo septenario, que simplificaremos diciendo que nos condicionan siete energías, que ha su vez se convierten en, siete notas musicales, siete colores, siete días de las semanas, siete planetas sagrados.

La divinidad, o lo incondicionado, como lo llaman algunos, aquello que no tiene nombre, decide manifestarse y aparece un punto, (la unidad) del punto una línea (la dualidad) o dos puntos unidos por una línea, cuando son tres puntos los que se manifiestan podemos crear un triangulo, aquí aparece, por primera vez el equilibrio dentro del mundo manifestado. En el vértice superior, el uno o el Padre, o el espíritu, en uno de los vértices inferiores, la Madre o materia o mundos densos, y en el otro vértice, el hijo, producto de la unión de espíritu-materia, padre-madre.

Indudablemente el hijo es el amor, producto de esa unión entre espíritu-materia, el amor es la fuerza, cohesionadora que mantiene unido el universo creado, sin el amor el universo se desintegraría.

El triangulo también es el símbolo de la mente o puente del arcoíris que nos sirve para dar el salto al espíritu que en realidad somos, pero hablamos de la mente cósmica integrada no dividida, con-razón el co-razón tiene razón.

La energía septenaria que nos rige, viene de un triangulo cósmico, vía nuestro sol.

La osa Mayor, es el vértice superior del triangulo, (Padre), Los siete rishis. O Maestros Cósmicos.

Las Pléyades es un vértice inferior del triangulo, (Madre), siete hermanas.

Y Sirio, dentro de la constelación de Can es el otro vértice. El hijo.

Parece ser – no lo afirmo – que nuestro sol, puede formar parte del conjunto estelar llamado Pléyades.

A su vez Sirio, esta estrella azul, que brilla en el firmamento, atractivo y magnético, bajo y a la izquierda de la constelación de Orión, es el Maestro espiritual de nuestro Sol.

Recordad, siempre estamos hablando a nivel Cósmico, considerando, que los planetas, son seres vivos inteligentes, encarnados (como nosotros), por espíritus o Logos, como se dice en el argot esotérico, ellos a nivel Macrocosmos, salvando las distancias siguen un camino evolutivo superior.

Vamos a dar otro paso.

Los planetas de nuestro sistema solar son chakras dentro de un gran cuerpo que es la gran elíptica que abarca nuestro sol, el es un gran Ser con cuerpo y con siete chakras como nosotros tenemos en nuestro cuerpo etérico..

Va a ser un problema eso de que tenemos más chakras. Está de moda que tenemos más chakras, ocho nueve y hasta doce.

En nuestra cabeza tenemos siete chakras más. Octava superior de los siete chakras de la columna. Nada de esto os lo puedo demostrar. Admitirlo como una posibilidad.

No quiero cansaros más, y perdonar por el tostón es una pequeña semillita, que germinara con el tiempo.

Un abrazo.

Antonio Moreno